15 oct 2011
No puedo forzar a la gente a convertirse o hacerles volver
Sábado 15 de octubre del 2011 a las 19:00 hrs.
Mi muy querida y amada hija, mientras más gente lea Mi Palabra, Mi amor se infiltrará en sus almas, tan pronto lean Mis mensajes. Le hablaré a sus almas y les despertaré de su sueño, con el fin de unirles a Mí, para que así, Yo pueda salvarlas por todas partes. Fortalecidos en cantidad, Me ayudará a alcanzar la salvación de las almas, en una gran escala.
Por el libre albedrío dado al hombre como un don de Mi Padre, no puedo forzar a la gente a convertirse o hacerles volver a la fe en Dios Padre, tendrá que ser su propia decisión. La oración ayudará a propagar la conversión, eso se los prometo, solo piensen en el regalo que les espera a las almas, cuando ustedes, hijos Míos, recen por ellas.
No conocen el poder de la oración. La oración dicha en multitud, en acción de gracias a Mi Padre y en reparación por los pecados de ustedes, puede salvar al mundo, tal es el poder que ejerce. Nunca antes les he urgido tanto por sus oraciones, que deben venir de sus propios labios y con generosidad de corazón, por los pecadores endurecidos, en todas partes. Necesito sus oraciones, sin sus oraciones, estas pobres almas pueden no ser salvadas, porque muchas de ellas están en tal oscuridad, que el impacto del GRAN AVISO tendrá poco efecto. Ustedes Mis queridos y amados hijos, todos ustedes pecadores, muchos de los cuales hacen lo mejor para mostrarme su amor, no se dan cuenta que Yo confío mucho en ustedes para mantenerme acompañado. Unanse a Mi en el seno de Mi Sagrado Corazón y pídanme las gracias para salvar a sus hermanos y hermanas. Salvaré millones de almas, cuando ustedes dediquen su tiempo a rezar la Divina Misericordia.
Este es el tiempo, cuando el rezo de la Divina Misericordia, será más efectivo. Sean generosos de corazón, mente, cuerpo y alma. Dejen sus dudas a un lado. Permítanme a Mí, a su Jesús, levantarles para traerles a ustedes y a todos aquellos por los que rezan, a Mi vida eterna.
Vuestro Amado Salvador,
Jesucristo