08jun 2013 La obsesión de Mis hijos con bienes terrenales y la adulación de la riqueza personal los separa de Dios
Sábado 8 de junio de 2013 a las 23 hrs.
Mi muy querida bienamada hija, mientras la humanidad se hunde más profundo en el pecado, ellos continúan buscando las cosas materiales, las que creen que van a satisfacer el crudo dolor que sienten por dentro, pero nada puede traerles consuelo, cuando están separados tan lejos de Mí. Ni por un momento piensan en Mi, tan atrapados están ellos en la búsqueda de los bienes terrenales --cosas inútiles-- los cuales no dan/ producen nada, solo un deseo intenso por más y más.
Luego están aquellos cuyo amor por las atracciones mundanas significa que se vuelven insaciables. Buscan lo más grande y lo que ellos creen que son la posesiones más valiosas. Eventualmente construyen santuarios para sí mismos. Aquí es cuando se zambullen en la desesperación, ya que cuanta más riqueza y lujos adquieren, mas confundidos y distraídos se vuelven. Ellos perderán interés en otras personas y pronto estarán aislados, ya que quedarán atrapados en una telaraña, hilada por el espíritu del mal para atraparlos y destruir sus almas.
La obsesión de Mis hijos por los bienes mundanos y la adulación de la riqueza personal, los separa de Dios. Su propio amor por las posesiones destruye el amor por su prójimo. Se vuelven egoístas hasta el punto de que no les importará el infortunio de otros. Es así como desobedecen la Palabra de Dios.
Deben detener su búsqueda de riquezas. Entonces se volverán más puros de corazón. Pero permitan a este retorcido pecado nublar su mente y nunca estarán puros de espíritu, y por lo tanto no aptos para venir delante de Mí. Aquellos que son pobres, tienen menos que pueda tentarlos a que se separaren de Mí. Aquellos que son ricos, son pobres, ya que tienen mucho que aprender antes de que puedan humillarse ante Mis ojos.
¿Cuándo aprenderán que si el hombre coloca los placeres mundanos antes que a Mi, no será capaz de preparar su alma para poder entrar en Mi Nuevo Paraíso?
Su Jesús