08 dic 2011 Virgen Maria: Yo experimento el mismo sufrimiento
Virgen María: Yo experimento el mismo sufrimiento
Jueves, 8 de diciembre del 2011, a las 21:10 hrs.
Mi niña, cuando dí a Luz a Jesucristo el Redentor de toda la Humanidad, fuí como cualquier otra madre. Mi amor por este niño, fué tan inmenso que lloré lágrimas de gran alegría, cuando por primera vez ví su hermoso rostro. Sin embargo, yo sabía que la función/la tarea que había aceptado, no sería fácil, aunque yo nunca Me dí cuenta, en ese momento, cuán difícil sería este camino.
Cuando miré el precioso rostro de Mi querido niño, nada importaba, solo Mi deseo de protegerlo en todo momento, no importando el costo.
Mi corazón estaba unido con el de Mi Hijo, como lo está al día de hoy. Este mismo corazón sufrió en unión con El en cada momento de Su vida sobre la Tierra.
Cada alegría que El sintió Yo, también pude sentirla. Su risa trajo una sonrisa a Mi rostro. Su dolor Me afligió profundamente.
Su tortura durante Su crucifixión fue sentida en cada hueso de Mi cuerpo. Cada clavo que traspasó Su carne, traspasó la Mía. Cada puñetazo y cada patada que El recibió, de manos de sus perseguidores, Yo también los sentí.
Yo experimenté el mismo sufrimiento, aunque no estuviera presente en muchas de las torturas infligidas en El, que me fueron ocultadas a Mí y a Sus discípulos.
Hoy día, Yo sufro con Mi Hijo, exactamente como entonces. Cuando El es burlado en el mundo de hoy y Lo ridiculizan en público, en el escenario y en los medios de comunicación, especialmente por los ateos, lloro lágrimas de amargura.
Cuando veo a Mi precioso Hijo llorando por los pecados que presencia cada día, Yo también lloro con El. Veo, siento y presencio Su continuo sufrimiento por la Humanidad.
Jesucristo, el Salvador de la Humanidad, ha sufrido por todos ustedes, pues les ama muchísimo.
Haré todo lo que pueda, para satisfacer Su muy querido deseo de salvar a cada una de las almas sobre la Tierra, de las garras del maligno.
Cuando esta misión haya tenido éxito, entonces y solo entonces, podré regocijarme finalmente en paz, cuando Mis hijos se unan como uno solo, en el Nuevo Paraíso.
Pide hija mía, que todos aquellos quienes rezan por la salvación de las almas, para que ninguna alma sea excluida.
Ve en paz y continúa esta tan importante misión para Mi amado Hijo.
Yo te protegeré todo el tiempo.
Tu amada Madre,
La Reina del Cielo