05 ene 2014 Si hay, aunque sea tan solo una pizca de orgullo en el alma, el Espíritu Santo nunca entrará en ella

13.01.2014 23:41

 

Domingo 5 de enero de 2014 a las 19:34 hrs.

Mi muy querida bienamada hija, cuando el Fuego del Espíritu Santo entra en el alma de una persona, la primera respuesta es una de lágrimas. La segunda respuesta es una de perplejidad. La tercera respuesta es la realización de algo maravilloso –un entendimiento interior de la Verdad de Dios y de todo lo que Él desea– que ha sobrepasado a esa alma en particular. De repente, una paz desciende, así como también un agudo conocimiento del misterio de la Existencia de Dios –el Amor de Dios. Todas las cosas, que son acordes con la Palabra de Dios, se esclarecen.

Solo aquellos que hayan entregado su voluntad a Dios y que se hayan despojado de todo orgullo e intelecto humano, y le hayan ofrecido/ presentado estas cosas a Él, serán capaces de recibir este Don del Espíritu Santo. Si hay aunque sea tan solo una pizca de orgullo en el alma, el Espíritu Santo nunca entrará en ella.

Solo aquellos que verdaderamente creen que Dios es Todopoderoso y que el hombre no es nada e indigno de estar en presencia delante de Él, pueden entregarle su voluntad. Solo aquellos que estén dispuestos a hacer todo lo que se requiera de ellos, para hacer la Santa Voluntad de Dios, de acuerdo a Su Palabra, se les puede dar el Don de proclamar la Palabra, la cual tendrá un real impacto.

Cualquier hombre que afirme/declare proclamar la Verdad, y diga que está siendo guiado por el Espíritu Santo, nunca presumirá de su propia grandeza. Nunca atraerá/llamará la atención sobre sus dones, sus talentos, su conocimiento, su santidad o su humildad. Porque cuando un hombre hace esto, en el Santo Nombre de Dios, él no ha sido bendecido con el Espíritu del Fuego –la Llama que enciende los corazones de los hombres, para que ellos respondan con amor a la Palabra de Dios.

Durante Mi Tiempo en la Tierra, Yo les dejé muy claro a todos que aquel que se exalta a sí mismo ante Mí, será arrojado al desierto (a donde no hay nada). Aquel que se humille delante de Mí, será exaltado. 

Su Jesús